El ascenso del rumano Călin Georgescu: ¿es la nueva derecha europea el nuevo centro?

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Por Justin Chambers

Rumanía es el último país de la UE que ha experimentado un cambio político inesperado. En noviembre de 2024, el nacionalismo independiente Calin Georgescu Confundió a los expertos políticos al conseguir el 22.94% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Rumania. Venció cómodamente a Elena Lasconi (% 19.18) y Marcel Ciolacu (19.15%), mientras que superó a partidos del establishment como el Partido Liberal Nacional Nicolae Ciuca y Jorge Simón de la Alianza para la Unión de los Rumanos.

Los analistas sostienen que la campaña de Georgescu tuvo tanta repercusión entre los votantes porque se sienten abandonados por un establishment político desconectado de la realidad que no prioriza sus preocupaciones y valores. La sorpresa electoral inevitablemente ha suscitado comparaciones con el presidente electo Donald Trump, con quien comparte un sentimiento antiglobalización y un cinismo hacia las élites tradicionales y sus instituciones. Algunos analistas políticos atribuyen el desempeño del rumano al “efecto Trump”, según el cual existe la expectativa de que el revés político estadounidense de 2024 influirá en la forma en que votan los europeos.

Georgescu no duda en reconocer fácilmente su alineación ideológica con Trump, y los dos políticos, de hecho, comparten visiones similares para sus respectivos países, así como un desdén por el mismo establishment progresista.

El éxito de Călin Georgescu sigue los pasos de una tendencia europea más amplia en la que los movimientos de derecha y nacionalistas están ganando terreno. Entre los factores que contribuyen a ello se incluyen la insatisfacción con las políticas liberales de inmigración, las tensiones sobre las reformas sociales progresistas y la resistencia a la globalización económica, que muchos votantes perciben como una erosión de las industrias locales y las oportunidades de empleo. En el ámbito nacional, preocupaciones como la infraestructura, la atención sanitaria, la educación y la independencia energética han agravado estas frustraciones.

El denominador común entre estas cuestiones polarizadoras es una ideología cada vez más progresista que amplió los límites de la Ventana de OvertonLa dinámica social y política tiende a autocorregirse cuando una extralimitación percibida altera el equilibrio de normas ampliamente aceptadas. La situación política actual en el Reino Unido bajo Keir Starmer Sirve como un ejemplo aleccionador para otros países europeos que siguen la misma trayectoria, y los europeos están prestando mucha atención.

También ha aumentado el escepticismo hacia organizaciones internacionales como la UE, la ONU y la OTAN, y muchos votantes perciben que estas instituciones priorizan las agendas globales por sobre el bienestar nacional. Este sentimiento ha alimentado el ascenso de líderes como Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orbán en Hungría, y el Partido Ley y Justicia de Polonia, junto con partidos como los Demócratas de Suecia y el Partido de la Libertad de Austria. Si bien estos movimientos son diversos, comparten temas comunes de nacionalismo, soberanía y oposición a la percepción de extralimitación de los organismos internacionales.

Redefiniendo la derecha europea

Aunque los movimientos de derecha modernos en Europa suelen confundirse con ideologías nacionalistas históricas, representan un fenómeno más complejo y matizado que se simplifica fácilmente. En lugar de ser puramente reaccionarios, la nueva derecha europea aborda quejas vinculadas a desafíos socioeconómicos y fallas de gobernanza. Todos estos movimientos abogan por la descentralización, la soberanía nacional y la recalibración del equilibrio entre las prioridades locales y globales.

En Rumania, la plataforma de Georgescu refleja estas tendencias, pero con duras críticas a la OTAN, la UE y las políticas sobre Ucrania, todas ellas muy bien recibidas por los votantes rurales y los conservadores. Sin embargo, lo que resulta particularmente interesante en Georgescu es que desafía verdaderamente el arquetipo convencional de la derecha. Ex defensor de la sostenibilidad ecológica, trabajó con organizaciones internacionales, entre ellas el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), promoviendo la ética ambiental y las iniciativas económicas basadas en la comunidad. Su énfasis en el desarrollo sostenible y el aprovechamiento de los recursos naturales de Rumania refleja una mezcla ideológica más compleja que la de muchos de sus homólogos europeos. De hecho, su enfoque en la ecología podría ser interpretado por algunos como un ámbito tradicionalmente progresista.

El mensaje anti-establishment de Georgescu, similar al manual de Trump junto con su estatus independiente, está resonando hoy en toda la Unión Europea y desafía la dinámica tradicional de los partidos. Su éxito refleja una insatisfacción que se esconde a simple vista con respecto a la élite política y las crecientes demandas de reformas sistémicas. Sin embargo, su capacidad para consolidar el apoyo en la disputada segunda vuelta del 8 de diciembre depende de si puede atraer a los votantes centristas y de izquierda más allá de su base conservadora. Es posible, si no probable, que sus cifras de noviembre puedan tener un efecto de prueba social que capte los votos de más de unos pocos votantes indecisos, ahora que es una alternativa empíricamente viable con una base de apoyo considerable.

Más allá de las fronteras de Rumania, la persistencia de los movimientos nacionales conservadores en toda Europa dependerá de la eficacia con que los gobiernos aborden los problemas subyacentes. Las preocupaciones sobre la desigualdad económica, la inmigración y la percepción de priorización de las políticas globalistas deben conciliarse con las demandas de soberanía nacional y gobernanza local. El desafío consiste en diseñar políticas que equilibren los intereses nacionales con las responsabilidades globales, integrando las fortalezas de ambos enfoques.

Mientras los movimientos nacionalistas siguen dando forma al panorama político europeo, la región puede encontrarse en una encrucijada. Las elecciones que se están celebrando en Rumania podrían indicar un reajuste no sólo para el país, sino como parte de un cambio europeo más amplio hacia una nueva era geopolítica.

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