Tim Birkhead comenta cómo después de una hora de intentar localizar a un par de chotacabras europeos en incubación, Edmund Selous decidió que era mejor observar aves vivas en lugar de matarlas por Revista Smithsonian:

Selous hizo respetable la empatía por las aves y, al hacerlo, cambió el mundo. La observación de aves se convirtió en uno de los pasatiempos más populares a nivel mundial, lo que eventualmente convirtió a la observación de aves en algo científico y jugó un papel fundamental en la conservación de los animales. La matanza desapasionada fue desplazada gradualmente a favor de un enfoque más suave e íntimo cuyo objetivo era comprender mejor la naturaleza del mundo de las aves. Fue un cambio mejorado, naturalmente, por la aparición de binoculares decentes, que a principios del siglo XX permitieron a los observadores observar aves desde la distancia sin molestarlas.

A medida que aumentaba el interés por observar aves en lugar de dispararles, una visión defendida por el ornitólogo Max Nicholson llegó a dominar el campo. Nicholson creía que la observación de aves debería ser "útil" y quería que los observadores de aves dirigieran sus energías hacia una comprensión aún mayor del comportamiento de las aves, especialmente en términos de su número, y así comenzó la práctica de monitorear las poblaciones de aves.

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