Los precios del crudo se han vuelto cada vez más difíciles de predecir, particularmente en el mediano y largo plazo. Los analistas han cometido una serie de errores de cálculo sobre la oferta y la demanda, lo que ha dejado a algunos comerciantes preguntándose si se necesitarán nuevos modelos para trazar las aguas. Especialmente porque las tensiones geopolíticas parecen estar lejos de disminuir.

No se trata sólo de que las dos agencias más grandes que rastrean la producción de petróleo estén en desacuerdo. La AIE predice una demanda significativamente menor este año que la OPEP. Pero los factores en los que se centra la atención parecen haber llevado el análisis de precios en la dirección equivocada. La geopolítica es notoriamente poco confiable, pero genera shocks de corto plazo a los que a menudo hay que adaptarse. Pero hay otras cuestiones fundamentales.

La recesión que nunca existió

Por ejemplo, el año pasado economistas y analistas predijeron que el mayor consumidor de petróleo del mundo caería en una recesión. Esto llevó a una considerable especulación de que la demanda de crudo y los precios del crudo caerían. Pero la recesión tan esperada no se produjo el año pasado y el consumo de petróleo se mantuvo sólido. Los analistas también sugirieron que el lento desempeño económico del mayor importador del mundo, China, significaría una menor demanda.

Pero, en general, la demanda se mantuvo sólida. Y como se espera que la economía global atraviese un período de recuperación, algunos analistas se preguntan si esa es la métrica correcta a considerar para los pronósticos de precios. La excesiva dependencia del año pasado de los modelos económicos para predecir la demanda no tuvo en cuenta factores como el aumento de inventarios de China debido a los menores precios del crudo o la voluntad de la OPEP de reducir la producción para mantener altos los precios.

Entonces, ¿eso significa precios más altos?

No es sólo la demanda lo que se está mal pronosticando. La EIA predijo mes tras mes que la producción estadounidense de esquisto disminuiría, pero se demostró repetidamente que estaba equivocada ya que la producción estadounidense en realidad aumentó. Estados Unidos terminó el año como el mayor productor de crudo del mundo, contrariamente a las previsiones de que la transición energética supondría un alejamiento de los combustibles fósiles. Ahora, la demanda de vehículos eléctricos se ha estancado a medida que desaparecen algunos incentivos fiscales y los clientes se enfrentan a los efectos de la alta inflación y buscan coches baratos.

El clima también ha influido, ya que las condiciones inesperadamente frías en todo Estados Unidos no solo aumentaron la demanda, sino que redujeron la producción y la exploración. Una interrupción importante en una refinería estadounidense redujo la cantidad de destilados que llegan al mercado y elevó los precios minoristas. El precio medio de la gasolina en EE.UU. ha vuelto a superar los 3.50 dólares el galón por primera vez desde el año pasado. Eso es incluso antes de que comience la temporada de conducción de verano.

El apretón inevitable

Las predicciones del año pasado de una demanda más lenta contribuyeron a una reducción en la exploración, como lo demuestra la disminución en el número de plataformas estadounidenses en diciembre. Eso implica que hay menos posibilidades de que entre en funcionamiento nueva producción ya que tanto la AIE como la OPEP coinciden en que la demanda aumentará (aunque en cantidades diferentes). Si la economía global mejora, entonces probablemente también lo hará el precio del crudo.

Eso suponiendo que no haya recesión. Si los economistas y analistas se equivocaron al decir que hubo una recesión el año pasado, eso no significa que tendrán razón al decir que no la habrá este año.

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