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En la actualidad, carecemos de un mercado de carbono que incentive efectivamente la reducción de emisiones en la escala necesaria para limitar el calentamiento global por debajo de 1.5 grados Celsius. Vincular el precio del carbono al costo de la eliminación de dióxido de carbono proporciona una vía para determinar eficazmente el valor de las reducciones de las emisiones de carbono.

La humanidad no está en camino de contener el calentamiento global por debajo del umbral de 1.5 grados Celsius, un límite que, según los científicos, es fundamental para evitar un cambio climático catastrófico. El mundo ha luchado durante décadas con lo que habitualmente se cita como la herramienta más eficaz para luchar contra las emisiones de carbono: un precio realista para las emisiones de carbono. Llegar a ese precio con medidas puramente políticas no se ha conseguido del todo.

La herramienta más eficaz: un precio mundial del carbono

Si bien los funestos pronósticos científicos sirven como señales de alerta, el problema central surge de la falta de motivación para actuar. Tanto a nivel nacional como corporativo, así como entre los individuos, faltan incentivos convincentes para realizar reducciones de emisiones esenciales. ¿El componente que falta? Un mercado global de carbono sólido con un mecanismo de fijación de precios realista.

Crear un mercado así es más fácil de decir que de hacer. Esto puede explicar por qué la sociedad, en general, ha luchado por establecer un mercado global de carbono. En cambio, somos testigos de una división transatlántica, en la que Estados Unidos opta por un mercado voluntario, mientras que Europa enfatiza un modelo basado en el cumplimiento informado por las lecciones de un fallido mecanismo de desarrollo limpio. 

Los mercados establecidos podrían proporcionar un modelo

Este artículo de opinión no pretende analizar en detalle las deficiencias de los mercados de carbono existentes. Tampoco propone soluciones específicas para rectificar estos problemas. Más bien, defiende un cambio fundamental en nuestra forma de pensar: debemos dejar de tratar la fijación del precio del carbono únicamente como un ejercicio político realizado a través de subsidios o impuestos. Deberíamos aprender lecciones de los mercados que han prosperado fijando precios tangibles para bienes y servicios.

Tomemos como ejemplo el sector de gestión de residuos en el noreste de EE. UU., donde la gente pagar un promedio de $69 por tonelada para la retirada de residuos municipales. La gente del noreste de Estados Unidos no paga 69 dólares porque su gobierno lo considera una cantidad adecuada para la gestión de residuos. Pagan esta cantidad porque es el costo de mercado de retirar la basura de sus puertas, y dejarla allí simplemente no es una opción. (*) Piense también en productos básicos globales como el petróleo, el aluminio y otros: los precios están determinados por realidades físicas y no por negociaciones políticas.

Con los recientes avances tecnológicos en las tecnologías de eliminación de dióxido de carbono (CDR), un conjunto de técnicas que capturan CO2 de la atmósfera y lo almacenan permanentemente, la sociedad ahora tiene la oportunidad de vincular el precio del carbono a un costo concreto. Dado que la destrucción de nuestro hábitat y la base de nuestra riqueza no es una opción, deberíamos comenzar a vincular el precio del carbono al costo real de eliminarlo de la atmósfera.

El precio de los CDR debería servir como precio del carbono

Anclar el mercado de carbono al costo real de su eliminación ofrece múltiples beneficios. Principalmente, estimulará incentivos financieros para reducciones radicales de emisiones: se prevé que el precio de la eliminación duradera de carbono será de entre 200 y 350 dólares por tonelada para 2030, lo que automáticamente asigna un valor grande y predecible a los esfuerzos de descarbonización. 

En segundo lugar, trabajaríamos dentro de una estructura de mercado probada y bien establecida. Sólo tiene sentido aprovechar las bases de los mercados multimillonarios existentes, especialmente cuando se pretende establecer una industria multimillonaria.

Por último, un mercado de este tipo podría estar abierto a proveedores de todo el mundo, lo que impulsaría la innovación, fomentaría una competencia sana y reduciría los precios de la tecnología. Sin embargo, es importante señalar que es probable que estos beneficios se manifiesten a largo plazo. En el corto plazo, implementar un precio mínimo para el carbono basado en el costo de la CDR puede aumentar significativamente el costo de la mitigación del carbono, lo que refleja la urgencia. Es un paso necesario para reconocer plenamente el costo de la contaminación por carbono.

Fundamentalmente, vincular el precio del carbono al costo real de su eliminación no significa automáticamente que los gobiernos perderían su influencia sobre los precios, del mismo modo que los consumidores (contaminadores) no estarían exentos de pagar en regiones específicas. De manera similar a la forma en que los gobiernos u organismos intergubernamentales pueden influir en los precios en los mercados regulares de productos básicos y servicios, podrían optar por subsidiar la eliminación de carbono en áreas geográficas específicas. Este es un instrumento potente para abordar la justicia climática y hacer que los países industrializados del hemisferio norte rindan cuentas de sus responsabilidades históricas.

Navegando desafíos prácticos

Naturalmente, surgen numerosas cuestiones prácticas al considerar la implementación de dicho mercado, incluso si dejamos de lado las cuestiones de la voluntad política y el marco legal necesario para su establecimiento. Quizás la pregunta más importante gira en torno a qué tecnologías específicas de eliminación de carbono vincular el precio, dadas las diferencias en términos de calidad. Estas diferencias surgen principalmente debido a las incertidumbres (cómo comparar esas tecnologías en dimensiones como permanencia, entrega, mensurabilidad) que rodean algunas soluciones CDR.

En este contexto, podemos recurrir a analogías de los mercados existentes para encontrar soluciones. En el sector de las energías renovables, diferentes tecnologías, como la solar, la eólica o la hidráulica, recibieron diferentes tarifas de alimentación durante sus fases iniciales de desarrollo. Los mercados todavía los tratan de manera diferente, pero todos entregan kilovatios-hora de electricidad. De manera similar, será necesario asignar diferentes múltiplos de crédito a diferentes tecnologías CDR en función de las dimensiones antes mencionadas hasta alcanzar volúmenes suficientes. Este paso es crucial para garantizar que haya un aumento sólido de los volúmenes de CDR duraderos para establecer un mercado que funcione a nivel mundial. En una etapa posterior, el mercado podrá determinar sus precios sin tales intervenciones, como estamos viendo en el caso de las energías renovables. Aún así, los países podrían gravar y subsidiar las tecnologías CDR por todo tipo de razones, algo que vemos en todos los mercados, desde la atención médica hasta las materias primas.

Trazando un camino a seguir

Hubo revelaciones sombrías en la COP28, lo que hace que sea cada vez más importante innovar hacia un precio catalítico del carbono. El balance global de la COP subraya la urgencia de llegar a un precio para el carbono que no esté sujeto a interpretaciones nacionales específicas. Un precio global del carbono basado en CDR físico es intuitivo y está al alcance de la mano.

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• Fuente: https://cleantechnica.com/2024/01/08/the-price-of-durable-carbon-removal-is-the-price-of-carbon/