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Human Meets AI: ayudar a los educadores a navegar sus emociones sobre el cambio tecnológico - EdSurge News

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Con las normas sociales cambiantes, los avances tecnológicos y las prácticas pedagógicas en evolución, no sorprende que el cambio sea la única constante en la educación.

La tecnología que cambia rápidamente, en particular la aparición de inteligencia artificial generativa (AI) en la educación ha posicionado a los profesores y líderes con una decisión fundamental que tomar: seguir con la comodidad conocida de los métodos tradicionales o experimentar con el potencial atractivo, aunque intimidante, de la IA.

Como decano de la Facultad de Bibliotecas Universitarias y Servicios de Aprendizaje de la Universidad de Nuevo México, dirijo un equipo de más de 120 profesores y miembros del personal. Nuestras responsabilidades colectivas van desde la conservación de colecciones extensas, la prestación de servicios de instrucción y el apoyo a las actividades de investigación, hasta garantizar la accesibilidad y la relevancia de nuestros recursos digitales y físicos para nuestros estudiantes y profesores. Con la tarea de mejorar el apoyo académico y las experiencias de aprendizaje, el proceso de toma de decisiones se ha vuelto más complejo y consecuente, especialmente a la luz de nuestro presupuesto actual y las limitaciones de personal.

Tenía que hacer más con menos, así que decidí experimentar con herramientas de IA para mejorar la alfabetización de IA entre el personal, mejorar sus flujos de trabajo y ayudarlos a explorar cómo esta tecnología emergente podría afectar su trabajo. A pesar de la resistencia inicial y el escepticismo de algunos miembros del personal que veían la IA como una interrupción innecesaria o un experimento potencialmente arriesgado, seguí navegando por esta nueva frontera, lo que me llevó a un camino que no solo desafió mi comprensión del papel de la IA en la educación, sino que también reformuló nuestro enfoque para integrar la tecnología dentro de nuestra universidad.

Comprender la psique de la resistencia tecnológica en la fuerza laboral educativa

Resistencia al cambio, especialmente el cambio tecnológico, está fundamentalmente anclado en nuestra psicología humana. Se puede remontar a un arraigado miedo a lo desconocido, una respuesta psicológica protectora que está integrada en nuestros cerebros para protegernos de posibles amenazas. Típicamente, los humanos tienen una inclinación hacia la seguridad y la previsibilidad de la rutina, evitando la incertidumbre que viene con el nuevo terreno.

Esta dinámica se magnifica significativamente dentro de la fuerza laboral educativa. La educación es un campo inherentemente vinculado al toque humano, que se nutre de las conexiones interpersonales, la inteligencia emocional y una comprensión profunda de las necesidades de cada alumno individual. Para los educadores, que han cultivado cuidadosamente sus métodos de enseñanza a lo largo de los años, la sugerencia de un cambio radical de cualquier tipo puede provocar una profunda inquietud. El uso de IA generativa — el tipo de IA que puede crear contenido original, como ensayos o informes, en función de sus datos de entrenamiento — solo intensifica este sentimiento.

Ansiedad derivada de la preocupación por quedando obsoleto o reemplazado, temores sobre el posible mal uso de los datos y una sensación de agobio ante la complejidad de las nuevas tecnologías, la resistencia al combustible y la capacidad crear barreras psicológicas a la aceptación.

Las capacidades de las herramientas de IA generativa pueden sentirse como una incursión no deseada en el reino sagrado del campo de la educación personal y centrado en el ser humano, lo que suscita preguntas existenciales profundamente arraigadas sobre el papel futuro de los maestros y administradores. La aprensión de que la IA generativa podría revolucionar el núcleo mismo de la enseñanza y el aprendizaje es no infundado. Es por eso que la perspectiva de que la IA invada los aspectos humanos del campo (la calidez, la intuición y la sensibilidad, por ejemplo) puede generar una reacción defensiva entre los profesionales.

La idea de que la IA generativa redefina la enseñanza y el aprendizaje también despierta un torbellino de emociones para el público en general. No es solo el miedo a que los maestros sean reemplazados, sino también el temor de ver una profesión que está profundamente arraigada en la conexión e interacción humana, siendo acaparada por máquinas. La idea de un aula dirigida por un tutor de IA, el plan de estudios seleccionado por algoritmos o las tareas administrativas gestionadas en su totalidad por herramientas de IA, si bien las perspectivas son fascinantes, pueden incitar ansiedad y miedo entre los educadores.

Sin embargo, frente a estos obstáculos psicológicos, es esencial recordar que la resistencia es un respuesta humana natural al cambio y una parte inherente de nuestra condición humana. No es indicativo de debilidad o fracaso.

Reconocer y abordar estos temores es crucial para navegar sin problemas por un cambio importante en la educación. Esto ha sido clave para mí, ya que lideré a la facultad y el personal de nuestra biblioteca a tomar medidas para integrar herramientas de IA generativa en su práctica, ya sea para mejorar la eficiencia de los servicios de referencia, para automatizar la catalogación o para explorar nuevas formas de contenido asistido por IA. Curaduría de colecciones digitales. Me permitió abordar la transformación con empatía y paciencia.

Frente a la frontera de la IA: la iniciativa de un decano

Al comprender la necesidad apremiante de mejorar los resultados del aprendizaje y optimizar los procesos para aumentar la eficiencia administrativa con recursos finitos, reconocí el potencial de integrar la IA en nuestro entorno educativo. Pero sabía que para que una transformación fundamental como esta echara raíces, el liderazgo era fundamental, así que di el ejemplo, modelando el tipo de cambio que esperaba ver entre el personal. Para empezar, incorporé contenido generado por IA en los mensajes y presentaciones mensuales de mi decano.

Las reacciones a este cambio fueron reveladoras. Mientras que algunos miembros del personal hicieron preguntas que demostraron su interés, otros expresaron aprensión y compartieron que percibían a la IA como un disruptor potencial que podría socavar el elemento humano de sus roles, o simplemente la descartaron como la última moda. Fue controvertido, pero el diálogo sobre la IA en la educación había comenzado, allanando el camino para una mayor exploración.

Este verano, para abordar el escepticismo y el miedo que noté en mi equipo, lancé un programa de exploración GPT-4, una iniciativa piloto experimental con el objetivo de profundizar en las aplicaciones potenciales de la IA generativa dentro de un contexto académico. Durante 12 semanas, un grupo diverso de 10 miembros del personal participan y experimentan con GPT-4 en su trabajo diario, empleando IA para fines de catalogación y metadatos, desarrollando planes de lecciones asistidos por IA y usando IA para mejorar los servicios de referencia de la biblioteca.

El programa consta de una fase introductoria, experimentación práctica, proyectos individuales o colaborativos para comprender las aplicaciones prácticas de la herramienta y un proceso de evaluación estructurado para registrar los conocimientos adquiridos. Nuestro objetivo principal es evaluar el impacto y la utilidad de tales herramientas de IA en un entorno académico y difundir nuestros hallazgos dentro de nuestra comunidad universitaria y potencialmente con el campo académico más amplio.

Un componente clave del piloto y de la transición más amplia ha sido la comunicación frecuente y clara. Regularmente me refiero a la IA en mis mensajes y durante nuestras reuniones mensuales de "All College", con un enfoque en desmitificar y profundizar la comprensión de la IA generativa. Hago hincapié continuamente en que la IA no es un reemplazo, sino una herramienta para aumentar las capacidades humanas. Esta tranquilidad, creo, es un paso significativo hacia el fomento de una actitud más receptiva y exploratoria hacia la integración de la IA en la educación.

Reflexionando sobre mis propias experiencias, he destilado tres principios clave de liderazgo que pueden guiar a los educadores y administradores que se enfrentan a desafíos similares.

  1. Enfatizar la comunicación constante y transparente.: Una de las lecciones más valiosas que he aprendido es la indispensabilidad de una comunicación clara, coherente y multidireccional. El cambio, en particular uno tan potencialmente transformador como la incorporación de la IA, puede provocar una gran cantidad de emociones, como el miedo, la aprensión y la confusión. Abordar estas emociones abierta y sinceramente fue clave en nuestro viaje.
  2. Predique con el ejemplo y fomente una cultura de experimentación: Otra estrategia vital fue ejemplificar el cambio que quería ver y fomentar un entorno que alentara la exploración. Al interactuar con las tecnologías de IA y compartir mis propias experiencias, incluidos los desafíos y los triunfos, pude inspirar a mi equipo. Esto ayudó a disipar el mito de que la IA es un dominio complicado y esotérico exclusivamente para los magos de la tecnología. La creación de un espacio seguro y de apoyo para experimentar con nuevas tecnologías también fue fundamental. Dediqué tiempo para que mi personal interactuara directamente con las herramientas de IA, lo que hizo que la tecnología fuera menos abstracta y más tangible, y permitió a mis colegas comprender mejor los posibles beneficios y limitaciones de cada herramienta. Esta experiencia práctica fue crucial para mitigar los temores y desacreditar los conceptos erróneos.
  3. Demostrar empatía y reconocer el aspecto emocional del cambio: Lo que es más importante, fue fundamental comprender y empatizar con las aprensiones experimentadas por mi equipo. Navegar por el cambio, especialmente uno que amenaza con alterar las formas establecidas de trabajar, puede ser intimidante. Como líder, mi rol se extendió más allá de guiar la transición técnica. También implicó empatizar y validar las respuestas emocionales que acompañaron este cambio. Normalizar estos sentimientos ayudó a crear un ambiente de confianza. Hice hincapié en que embarcarse en esta transición no requería una experiencia instantánea con las herramientas de IA. Más bien, marcó el comienzo de un viaje de aprendizaje y adaptación continuos para todos nosotros, incluido yo mismo. La promoción de un entorno psicológicamente seguro, donde era aceptable cometer errores y hacer preguntas, independientemente de lo "básicos" que pudieran parecer, hizo que nuestro viaje fuera menos desalentador y más inclusivo.

Estos principios (comunicación transparente, liderar con el ejemplo y promover la empatía) no son ideas novedosas. Son estrategias de liderazgo consagradas que son bastante relevantes para nuestra fuerza laboral educativa moderna y en rápida evolución.

Con esta transición de IA, no solo estamos adoptando un nuevo conjunto de herramientas, sino también remodelando nuestro panorama educativo. Esto requiere no solo perspicacia tecnológica, sino también perspicacia psicológica y resiliencia emocional.

La integración de la IA en la educación apenas comienza. Nuestra experiencia revela que la resistencia puede ser un catalizador para un diálogo significativo y fomentar el crecimiento. Para la fuerza laboral de la educación moderna, la pregunta no es si adoptar la IA, sino cuál es la mejor manera de hacerlo. A medida que nos adentramos más en la era de la IA, los invito, mis compañeros educadores, a reflexionar sobre cómo abordarán las emociones humanas naturales que seguramente surgirán durante la transición.

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