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Cómo Europa puede construir su defensa manteniendo el apoyo de Estados Unidos

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Dos años despues invadiendo ucrania Una vez más, el presidente ruso Vladimir Putin ha logrado dos cosas para la OTAN. En primer lugar, ha ayudado a ampliar y revitalizar la alianza; Suecia está lista para unirse a la OTAN. En segundo lugar, y lo que es más preocupante, ha profundizado la dependencia de Europa de Estados Unidos. Ese problema requiere atención urgente.

Ante una Rusia agresiva, una guerra de desgaste en Ucrania y la incertidumbre sobre la confiabilidad de Estados Unidos, los ansiosos aliados europeos están acelerando su gasto en defensa. Este año van a reunirse colectivamente El objetivo de la OTAN de gastar el 2% del producto interior bruto en defensa. Y han registrado nueve años consecutivos de crecimiento en sus presupuestos de defensa.

Sin embargo, gastar más no significa necesariamente gastar bien. El objetivo del 2% de la OTAN es importante como métrica de referencia, pero es poco probable que sea suficiente para garantizar que Europa fortalezca sus defensas antes de que Rusia reconstituya sus fuerzas agotadas. Para garantizar que los recursos de defensa se gasten bien, se necesitan algunas métricas claras de producción para definir cuáles deberían ser las capacidades militares de Europa.

Mientras la alianza continúa con su tarea más urgente –ayudar a Ucrania a ganar– debe abordar este importante desafío a largo plazo de reequilibrar la defensa transatlántica. Hacerlo significará cuadrar un triangulo: garantizar la capacidad de Europa para defenderse mejor contra Rusia y gestionar las crisis en su periferia sur; abordar las aspiraciones europeas de una mayor autonomía estratégica; y mantener la confianza en que Estados Unidos puede cumplir adecuadamente sus compromisos tanto en el Atlántico Norte como en la región del Indo-Pacífico.

Hemos llamado a la cuadratura de este triángulo “lograr la responsabilidad estratégica europea”.

En el pasado, Europa ha buscado “autonomía” sin proporcionar recursos de defensa adecuados, mientras que Estados Unidos ha querido mayores contribuciones europeas a la defensa sin disminuir la influencia estadounidense. Estas tensiones se han visto exacerbadas por la cooperación inadecuada entre las industrias de defensa estadounidenses y europeas.

La cumbre del 75º aniversario de la OTAN que se celebrará en Washington este verano ofrece una oportunidad para reconciliar estas dos perspectivas y encontrar un nuevo equilibrio estratégico. Para ello, los aliados europeos deberían centrarse en lograr dos objetivos de capacidad o producción militar lo más rápido posible.

En primer lugar, Europa debería desarrollar sus capacidades militares convencionales a un nivel que proporcione al menos la mitad de todas las fuerzas y capacidades (incluidos los habilitadores estratégicos como el transporte estratégico, el reabastecimiento de combustible en vuelo y la inteligencia operativa) necesarios para disuadir y, si necesaria para derrotar a una gran potencia agresora.

Si estalla simultáneamente un conflicto con China en Asia y con Rusia en Europa, Estados Unidos tal vez no pueda desplegar refuerzos adecuados en Europa. Los aliados europeos deben poder tomar el relevo.

En segundo lugar, los aliados europeos deberían desarrollar capacidades para llevar a cabo operaciones de gestión de crisis en los países vecinos de Europa sin la fuerte dependencia actual de los facilitadores estadounidenses. El objetivo de la Unión Europea de desarrollar la capacidad de generar una “fuerza de intervención” de 5,000 personas que podrían desplegarse más allá de las fronteras de la UE es un comienzo pequeño pero útil. Se necesita mucho más.

Cumplir estos dos objetivos de producción permitiría a Europa convertirse en la primera respuesta a la mayoría de las crisis en su vecindad, actuando a través de la OTAN, la UE o coaliciones ad hoc de quienes estén dispuestos. Permitiría a Estados Unidos trasladar algunas de sus fuerzas y su enfoque estratégico a la región del Indo-Pacífico sin una reducción significativa de las capacidades necesarias para disuadir a Rusia.

Para lograr estos dos objetivos de producción, los aliados de la OTAN podrían acordar en la cumbre utilizar El proceso de planificación de la defensa de la OTAN crear un nivel mínimo de ambición militar necesario para alcanzar la responsabilidad estratégica europea. Los aliados europeos y Canadá deberían comprometerse firmemente a invertir recursos suficientes para garantizar que dentro de unos años puedan cumplir con el 50% de todos los requisitos mínimos de capacidad de la OTAN. Ya existen objetivos informales similares; ahora deberían formalizarse e implementarse en la cumbre.

Hacer la mitad de lo que se necesita dentro de la alianza es un requisito mínimo absoluto para que Europa alcance la responsabilidad estratégica. Se supone que los europeos todavía pueden contar con los estadounidenses. Pero si el expresidente Donald Trump gana las elecciones de noviembre y Incumple los compromisos de Estados Unidos con la OTAN, hacer la mitad no será suficiente. Así que Europa no debería demorarse ni un momento más. Un retraso podría ser fatal, ya que Rusia está en pie de guerra, ha adquirido una experiencia de combate significativa y reconstituirá sus fuerzas agotadas lo más rápido posible.

Lograr la responsabilidad estratégica de Europa requerirá más –no menos– consultas transatlánticas. Se necesitarán nuevos mecanismos de coordinación y cooperación industrial entre la OTAN y la UE. Ahora es el momento de que Estados Unidos y Europa se deshagan de sus puntos de vista opuestos y hagan que la responsabilidad estratégica europea sea beneficiosa para ambos lados del Atlántico.

Hans Binnendijk, ex director senior de política de defensa del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, es un miembro distinguido del grupo de expertos del Atlantic Council. Daniel S. Hamilton, ex subsecretario de Estado adjunto de Estados Unidos, es un miembro senior no residente del grupo de expertos Brookings Institution. Alexander R. Vershbow, ex subsecretario general de la OTAN, es un miembro distinguido del Consejo Atlántico.

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