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¿Qué pasa si ya no disfrutas fumando marihuana? – Comprender las estaciones en la vida

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Ya no hay placer en fumar marihuana.

Comprender las estaciones en la vida

QUÉ HACER SI YA NO ENCUENTRAS ALEGRÍA FUMAR MARIJA

Como seres humanos, evolucionamos y crecemos constantemente, y nuestras perspectivas y preferencias cambian como las estaciones. Lo que alguna vez adoramos con una pasión ardiente puede convertirse en una fuente de vergüenza digna de vergüenza tan solo unos años después. El peinado de “moño masculino” o “nudo superior” que parecía tan genial sin esfuerzo cuando teníamos 20 años podría hacernos sacudir la cabeza con incredulidad ante lo que eramos antes una vez que lleguemos a los 30.

Esta naturaleza siempre cambiante de nuestros gustos y disgustos no se limita a cuestiones triviales de moda o tendencias. Incluso nuestra postura sobre cuestiones más sustantivas como el consumo de cannabis puede sufrir una metamorfosis a medida que navegamos por las diferentes estaciones de nuestras vidas.

En nuestra juventud, la emoción de la rebelión y el atractivo de los estados alterados pueden haber hecho del cannabis un placer atractivo. Pero a medida que maduramos y asumimos más responsabilidades, nuestras prioridades pueden cambiar. Lo que alguna vez fue un pasatiempo inofensivo puede llegar a ser visto como un vicio que ya no se alinea con nuestros valores o estilo de vida actuales.

La clave es comprender y aceptar el hecho de que estos cambios son naturales y saludables. Nuestra capacidad para reevaluar nuestras elecciones, despojarnos de lo que ya no nos sirve y abrazar nuevas perspectivas, es una señal de crecimiento y autoconciencia. Es contraproducente aferrarse rígidamente a preferencias pasadas o convertirse en evangelistas de los cambios que hemos realizado, gritándolos a los cuatro vientos como si se tratara de un gran logro.

La verdadera evolución radica en una tranquila autoaceptación, interiorizando nuestras victorias e implementando los cambios que consideramos necesarios para convertirnos en las mejores versiones de nosotros mismos. Juzgar nuestro pasado con desprecio o aferrarnos a hábitos obsoletos por un sentimiento de obstinada nostalgia no sirve de nada.

El camino hacia la sabiduría y la satisfacción está pavimentado con la capacidad de fluir con las estaciones de nuestras vidas, saboreando cada fase y dejando espacio para las transformaciones inevitables que aguardan en la siguiente curva.

Aquí hay una sección de 500 palabras titulada "Las estaciones nos cambian":

Las mareas de nuestras vidas fluyen y refluyen, llevándonos a través de estaciones en constante cambio que impactan profundamente nuestros hábitos, preferencias e incluso aspectos centrales de nuestra identidad. En mi tumultuosa adolescencia, me encontré inmerso en un mar de experimentación, entregándome a una multitud de sustancias que alteran la mente. Sin embargo, dos drogas en particular –el alcohol y las benzodiazepinas– amenazaban con arrastrarme a profundidades de las que tal vez nunca habría regresado.

Si bien los innumerables viajes psicodélicos en los que me embarqué conllevaban sus propios riesgos, fue el canto de sirena de estos dos vicios perniciosos el que resultó ser el más fatalmente atractivo. Su control fue insidioso y sus consecuencias potencialmente devastadoras. Se necesitaría un cambio sísmico en mi relación con los estupefacientes para sacarme del abismo.

Cuando cumplí veintitantos años, mi cuerpo me traicionó, rebelándose contra el alcohol que alguna vez fluyó tan libremente. Sólo dos o tres cervezas fueron suficientes para dejarme con resaca y tristeza incluso mientras consumía las bebidas. Este rechazo corporal coincidió con una pausa autoimpuesta en el consumo de cannabis que duró un par de años. Pero a medida que mis estaciones cambiaron, también cambiaron mis necesidades y perspectivas.

De repente, el cannabis se reveló como una alternativa viable, una que pproporcionó muchos de los beneficios Anteriormente había bebido alcohol sin el brutal costo físico. Era más accesible, más asequible y me permitió seguir siendo funcional de una manera que el alcohol ya no podía. Con un encogimiento de hombros filosófico, reintegré a este viejo amigo en mi vida, y el cannabis ha seguido siendo un compañero constante durante las décadas siguientes.

¿Seguiré consumiendo cannabis hasta que sea viejo y tenga canas? Quizás, o quizás no. La pura verdad es que no puedo decirlo con seguridad. Lo que puedo afirmar con convicción es que, por ahora, lo acepto y lo disfruto. Cultivar, procesar y experimentar con esta antigua planta se ha convertido en parte de mi identidad como psiconauta profeso.

Sin embargo, esa identidad –como todos los aspectos de mi ser– es fluida y impermanente. No me aferro a ningún rol o hábito, por muy arraigado que esté. Si los cambios de estación de la vida exigen que modifique mi relación con el cannabis (o cualquier otra pasión o vicio) para alinearme mejor con mis ideales más elevados, entonces así debe ser. Incluso esta hierba que ha sido una fuente de curación y compañía en tiempos difíciles podría encontrar en sí mismo reutilizado o abandonado por completo.

Esta apertura fundamental al cambio, esta voluntad de evolucionar con las estaciones, es quizás la lección más importante que podemos aprender. Al aceptar la naturaleza transitoria de todos los estados –y al cultivar la conciencia atenta necesaria para reconocer cuándo es necesario un cambio– evitamos que nos esclavicemos por obsesiones, ya sean químicas o filosóficas. Permanecer firmes y en control de nuestras vidas exige esta flexibilidad existencial. Sin embargo, sus recompensas son profundas: la libertad de florecer plenamente en cada nueva estación, abrazando cada encuentro fugaz y desatando cada nudo que amenaza con limitar nuestros espíritus ilimitados.

Para muchos, el cannabis trasciende sus propiedades químicas y se convierte en una parte intrínseca de su identidad y cultura. Al igual que el tribalismo que surge en torno a los programas de televisión o los equipos deportivos favoritos, la marihuana puede fomentar un sentido de comunidad, rituales y experiencias compartidas que dan forma a nuestras personalidades.

Esta integración del cannabis en nuestro propio sentido de identidad es lo que hace que la perspectiva de “dejarlo” sea tan desalentadora para algunos. Surge el interrogante: “¿Quién soy yo sin hierba?” Sin embargo, la respuesta siempre es simple: fundamentalmente sigues siendo tú mismo, con o sin cannabis. Tu ser central existe independientemente de cualquier hábito o interés.

No obstante, es posible que tus seres queridos empiecen a animarte a que dejes de fumar, mientras que los fumadores devotos insisten en que debes seguir dándote el gusto. En verdad, ninguna de las dos perspectivas es universalmente correcta, ya que tu relación con el cannabis es única y personal. Sólo usted puede determinar si se ha vuelto más oneroso que beneficioso en su actual etapa de vida.

Si te encuentras lidiando con esa pregunta, si lo percibido desventajas del cannabis están compensando las ventajas, considere tomar un descanso temporal como experimento. Una pausa de un mes en la tolerancia, o incluso tres meses de abstinencia total, pueden proporcionar una perspectiva invaluable. No lo consideres como un abandono para siempre, sino como una oportunidad para ver cómo tu vida puede cambiar sin ello.

Para aquellos preocupados por los síntomas de abstinencia, pueden estar seguros de que suelen ser leves y de corta duración. Uno o dos días de lentitud suelen ser la magnitud del malestar físico. Prácticas como el yoga, la meditación y los ejercicios de respiración pueden ayudar a reequilibrar su sistema endocannabinoide rápidamente.

La clave es no abordar este cambio potencial desde un lugar de miedo o inflexibilidad. Mantén la mente abierta y reconoce que, así como alguna vez elegiste consumir cannabis, siempre puedes optar por dejarlo o reintegrarlo en el futuro. Simplemente permitiéndote la libertad de experimentar la vida sin ella, al menos por un corto período, te abres a un mayor autoconocimiento.

Quizás redescubras el cannabis y tus razones para consumirlo con ojos nuevos y un entusiasmo revitalizado. O tal vez esta separación temporal revele que su camino se ha desviado y que, fuera de los apegos a nivel de identidad, ha superado la necesidad o el deseo de ello. Cualquiera de las dos perspectivas es válida y valiosa.

El mensaje final es éste: no tengan miedo de evolucionar. Tus preferencias, tus hábitos e incluso aspectos fundamentales de cómo te defines a ti mismo pueden cambiar con las estaciones de la vida. Aceptar esa evolución, no aferrarse a un estancamiento rígido, es el camino para diseñar su viaje más satisfactorio.

Al final del día, el camino hacia la autorrealización requiere que reclamemos nuestro poder personal y nos sintamos libres de apoyarnos en la incomodidad. El camino hacia el verdadero autodescubrimiento rara vez es cómodo, pero siempre es gratificante y revelador en formas que trascienden el malestar temporal.

Si te encuentras en una encrucijada con el cannabis y ya no obtienes el mismo disfrute ni los mismos beneficios que antes, no temas dejarlo pasar. Sin embargo, no es necesario difundir en voz alta esta evolución al mundo. Permita que el cambio se manifieste orgánicamente en su vida sin convertirse en un evangelista para dejar de fumar. Muestre su presencia firme y su tranquila confianza, pero no instruya a otros a seguir su ejemplo. Cada uno de nosotros recorremos nuestros propios caminos sinuosos.

La lección central es la siguiente: todos experimentamos temporadas en nuestras vidas en las que nuestros gustos, disgustos, prioridades e incluso piezas centrales de cómo nos definimos a nosotros mismos cambian y se transforman. Esto no es algo contra lo que hay que luchar, sino un flujo inmutable que hay que abrazar. No nades contra la corriente resistiendo las corrientes universales de cambio. No podemos simplemente “intentar” seguir la corriente: o surfeamos las olas con intención o somos arrastrados por las corrientes de resistencia.

Hay un poder profundo en la autoaceptación radical y la apertura al cambio. Al permitirte evolucionar con fluidez a través de las estaciones de la vida, despojándote de lo que ya no sirve y al mismo tiempo permaneciendo anclado en tus valores más profundos, te abres a un crecimiento profundo y a una encarnación cada vez más refinada de tus ideales más elevados.

Ya sea que el cannabis siga siendo parte de tu viaje o lo dejes de lado cuidadosamente, lo más importante es que estés dando los pasos necesarios para convertirte en tú mismo de forma más auténtica. Ésa es la cuestión de fondo: un viaje cada vez más profundo hacia la esencia de quién eres, más allá de lo efímero de los hábitos o el apego cultural. Abraza el coraje para evolucionar, descarta aquello que te limita y apóyate con confianza en tu yo más empoderado y actualizado.

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